Transgénicos en mi plato, ¡no!
Mi primer post y sobre un tema polémico, ¡muy polémico! Algunos dicen que se trata de una mera discusión científica… Pero sinceramente creo que va más allá y que debemos estar bien informados para actuar en consecuencia. Antes de empezar, dar las GRACIAS, en mayúsculas, a los amigos de ecomallorca por ofrecerme la posibilidad de escribir y compartir con todos vosotros mis experiencias e inquietudes.
¿Qué es un transgénico? Es un Organismo Modificado Genéticamente (OMG, o GMO en inglés). Es un organismo vivo cuyo material genético (ADN) ha sido manipulado en laboratorios, donde ha sido expresamente diseñado o alterado para otorgarle alguna característica específica. La técnica consiste en aislar segmentos de ADN para introducirlos en el genoma (material hereditario) de otro. Y, ¿qué se consigue con esto? Pues, desgraciadamente, crear seres vivos que no existían en la naturaleza.
Los peligros de los transgénicos son múltiples: amenazan nuestra salud y la de los animales, contaminan el suelo y los cultivos, destruyen la agricultura tradicional y la ecológica, deterioran el medio ambiente provocando la pérdida de biodiversidad… y desde luego no son la solución para el hambre en el mundo y el cambio climático.
Comparto, y defiendo, el principio de precaución que sencillamente dice que aquellas tecnologías que puedan suscitar dudas sobre sus efectos medioambientales deben demostrar su inocuidad antes de ser puestas en práctica. La inofensividad de los OMGs, sobre el medio ambiente y la salud, no sólo no está demostrada sino que cada vez más estudios científicos acumulan datos y evidencias que avalan sus efectos nocivos.
Los cultivos transgénicos pueden contaminar genéticamente a otros organismos vivos de forma que la biodiversidad de nuestra pequeña isla podría verse gravemente afectada. Y esta contaminación es irreversible, no hay posibilidad de volver a la casilla de salida, porque la polinización es natural, no hay forma de controlarla.
A todo esto hay que sumarle los efectos directos sobre las explotaciones y la economía de nuestros productores locales, ya sean tradicionales o ecológicos, y el incremento de uso de tóxicos (herbicidas y pesticidas). No hace falta ser un gurú para darse cuenta de que la coexistencia no es posible y la contaminación es un hecho claro y demostrado.
La pregunta lógica es: ¿a quién beneficia el uso de transgénicos? ¿por qué no hay control de los casos de contaminación? ¿por qué hay campos experimentales no autorizados? ¿por qué los registros no funcionan? Y una larga ristra de más porqués… La respuesta: los transgénicos refuerzan el control de la alimentación mundial, refuerzan el control de las multinacionales sobre nuestras vidas, refuerzan el monopolio. Con los OMGs unos pocos serán dueños y señores de las semillas y su comercialización. Y los mismos tendrán el control sobre los productos químicos asociados a los cultivos.
La siguiente pregunta lógica es: y yo, ¿qué puedo hacer? Informarte y conocer, comprar productos de temporada producidos en tu entorno inmediato o elegirlos ecológicos, evitar en lo posible los productos precocinados, participar en las iniciativas que se desarrollen y sobre todo difundir el mensaje, compartir la información.
Para informarte sobre los peligros, los efectos sobre la salud, el campo, la agricultura… visita la página de Greenpeace y descarga la nueva edición de la Guía Roja y Verde de alimentos transgénicos. A nivel local tenemos la plataforma Mallorca LLiure de Transgénics.
¡Y sé firme! En mi plato, yo no los quiero… ¿y tú?.
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