Recuperando variedades locales de semillas en Mallorca
España es el único país de la UE en donde se cultivan transgénicos a gran escala, con más de 60.000 hectáreas de maíz transgénico y más del 60% de cultivos experimentales. El uso de este tipo de cultivos está ahondando en los problemas tradicionales que se han dado en el campo en las últimas décadas. Principalmente el éxodo rural, que se ha visto incrementado ante la creciente desertización de los suelos, debido sobre todo al empobrecimiento de materias vivas por el uso de herbicidas y pesticidas. La pérdida de biodiversidad es, en este sentido, más que palpable y el hecho de que en los últimos años se haya intensificado la merma de semillas viene a confirmar la tendencia. El 75% de las semillas que, durante siglos y siglos, habían sido seleccionadas por el hombre por sus adecuadas características para las condiciones de los lugares, han desaparecido ante el empuje de las transgénicas desde la industria agroquímica.
Precisamente, son las multinacionales agroalimentarias las que tienen la sartén por el mango y las que toman las decisiones sobre cómo conservar el suelo, el agua y en definitiva los recursos naturales. Decisiones que se escapan al poder de actuación, no sólo de los campesinos, sino incluso de los gobiernos. Mallorca no es una excepción evidentemente. El proceso de desnaturalización que ha sufrido el campo además se ha visto incrementado por la incipiente actividad turística que, en los últimos 50 años, ha transformado una sociedad genuinamente payesa en otra dedicada en su mayoría al sector servicios. El turismo, concentrado en una determinada parte del año, entre otras cosas hace aumentar las necesidades de consumo y eso implica que se multiplique la dependencia del exterior. Esa situación ha terminado de condenar el futuro de muchos campesinos y, sobre todo, de muchas variedades locales, menos productivas y con menos manos payesas que las cuiden, protejan y cultiven.
Iniciativas en Mallorca
Afortunadamente existen iniciativas que luchan para que, de alguna forma, este proceso se frene y no haga desaparecer toda esta biodiversidad local. Sin ir más lejos, el movimiento Slow Food tiene una amplia implantación en Baleares y promueve activamente acciones para conservar la biodiversidad agroalimentaria local de las islas. Una biodiversidad mucho mayor de lo que la gente se imagina: el patrimonio de variedades vegetales de Baleares es uno de los mayores del Estado Español con, por ejemplo, 22 variedades sólo de trigo, aunque sólo queden cultivadas seis y el resto se hayan perdido. En esta línea, l’Associació de Varietats Locals de les Illes Balears considera que, como mínimo, existen en las islas unas 850 variedades vegetales únicas, aunque no están todas catalogadas.
Esta entidad, l’Associació de Varietats Locals de les Illes Balears, se constituyó en el año 2002 con el objetivo de promover y fomentar el uso y conservación de las variedades locales de las Islas Baleares. Entre sus actividades destacan la recuperación de semillas de hortalizas, legumbres y cereales, la realización de estudios y formaciones o talleres, en lugares como el mercado ecológico que se celebra cada sábado en Palma. Lo más interesante de todo es un catálogo de variedades locales de semillas que van publicando por temporada, con una oferta de verduras, legumbres, frutas o plantas aromáticas que puedes comprar a domicilio. Sin duda, la mejor manera de fomentar la recuperación de la esencia payesa mallorquina a través de sus semillas y empezando por uno mismo.
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