La conservación de les marjades en Mallorca y la excesiva burocracia
Els marges o les marjades son uno de los elementos más característicos de la Serra de Tramuntana, que es donde más abundan debido a que son cordilleras con mucha pendiente. Les marjades (bancales en castellano) son una solución para salvar esta peculiar orografía. Antiguamente se construían escalones de tierra, a menudo revestidos de piedras o basura, que separaban dos bancales de tierra situadas a diferentes niveles. Con este tipo de construcciones se detenían los deslizamientos de tierra y, durante siglos, fueron el resultado de duros trabajos sin ningún tipo de ayuda mecánica. Los payeses mallorquines movían y cargaban piedras y tierra por sus propios medios, haciendo los muros y convirtiendo acantilados donde sólo había pinos o encinas en zonas fértiles y cultivables.
Todo este trabajo a mano ha dado como resultado unos paisajes de enorme belleza y un valor ecológico y medioambiental incalculable. Por un lado, hablamos de un sistema de drenaje que permite que no se erosione la tierra y se conserve mejor, dando pie a que se enraícen los cultivos. Con ello ha aumentado la vegetación, no se gana terreno al mar y se retienen aguas que, debido a la orografía más plana, se adentran en zonas freáticas más profundas. Algunos municipios como Deià, Banyalbufar o Estellencs cuentan con kilómetros y kilómetros de marjades que, hoy en día, no son viables de construir y que requieren de un cuidado y atención especial por parte de todos. Si no se conservan y se pierden, probablemente estemos hablando de algo irreparable.
Sin embargo, parece que la burocracia a veces está por encima de todas estas cuestiones y dificulta más si cabe determinados procesos de conservación y protección. Jaume Orell, presidente de la cooperativa agrícola de Sóller, en la entrevista que le hicimos esta semana, nos dejaba esta reflexión:
¿Cómo es posible que la administración ponga tantas pegas a la hora de reconstruir este tipo de construcciones tradicionales? A veces los propietarios de las fincas quieren rehabilitar algunos de estos muros de piedra seca y terminan desistiendo porque tienen que someterse a innumerables controles y literalmente acudir a pedir permisos a siete administraciones diferentes. Habría que racionalizar más estos controles y simplificarlos. Además, también habría que revisar el impuesto que se cobra porque es excesivo y eso que ahora la administración lo bonifica al 40%, Aún es necesario un largo trecho para agilizar este tipo de burocracias, pero lo lógico es que una sola Administración controle este tema para fomentar que los muros y marjades se cuiden y protejan, no que se vayan dejando estar porque los papeleos y requisitos sean excesivos. Es suficiente con una sola visita y una entrevista al propietario, no cuatro o cinco como se llega a dar ahora. Es evidente que los sobrecostes de tantas visitas y desplazamientos de los funcionarios no son sostenibles y la conservación de estas construcciones está en juego.
Comentarios
Un comentario
Estoy totalmente de acuerdo con el Sr. Orell y aparte de las trabas que muy bien explica dicho Sr. si un propietario repara un bancal con medios propios, como no puede desgravar al no tener facturas, Hacienda le exige la devolución de un 30% como impuesto.Es decir la administración da una subvención para rehabilitar un bancal para que después le devuelva casi un 50% .Las subvenciones para regeneración medioambiental deberían ser libres de impuestos