Entrevista con Jaume Orell – presidente de la Cooperativa de Sóller
La cooperativa agrícola Sant Bartomeu de Sóller tiene más de un siglo de historia, desde que se fundara allá por 1899. Desde entonces ha aglutinado productores y producciones de los alimentos más característicos de la zona, especialmente los olivos y sus aceites y las famosas naranjas o limones de Sóller. Mucho ha llovido desde entonces y la evolución de la sociedad mallorquina ha influido sobremanera en la actividad agrícola de la zona. De una base productiva eminentemente campesina se ha pasado a una excesiva dependencia del sector turístico como principal motor económico, lo que ha traído importantes consecuencias sobre la forma de producir y consumir en una isla como ésta.
Para tratar estos y otros temas hemos quedado con Jaume Orell, el presidente de la cooperativa de Sóller. Con él hemos querido inaugurar esta nueva sección en nuestro blog, con entrevistas en las que abordaremos temas de interés vinculados con el mundo de la ecología en Mallorca.
INDICE
- “Los efectos de la globalización mal entendida”
- La producción ecológica: un valor de futuro
- La importancia de las tradiciones
- Productos turísticos ligados al valor etnográfico del mundo rural
“LOS EFECTOS DE LA GLOBALIZACIÓN MAL ENTENDIDA”
Como cooperativa agrícola qué es, Sant Bartomeu representa el papel del mundo rural dentro de la identidad, las formas de vida, las tradiciones o la cultura mallorquina. Para Jaume Orell, “estamos viviendo un momento complicado en el que estamos sufriendo un efecto de la globalización mal entendida, que ha superado a la sociedad tal y como la tenemos concebida, no sólo en Mallorca sino en otros muchos lugares”. En términos de desigualdades y redistribución de los recursos, para Orell hemos entrado en “una rueda vertiginosa, con zonas más pobres y zonas más ricas, siendo las más pobres las que proveen de alimentos y producciones a las más ricas, por lo que las diferencias entre unas y otras no paran de acrecentarse”.
Pensando en clave local, ahora que se habla mucho de la coyuntura económica y de la crisis en la que estamos inmersos, para Jaume Orell muchos de los problemas “vienen motivados en parte por la excesiva intermediación. En el caso de producciones alimentarias y en una isla como Mallorca, se dan cuestiones difíciles de sostener. Los intermediarios traen productos muy baratos de otras partes del mundo, con un sobre coste en transporte o manipulación que tienen que cubrir y que, aún así, compiten en precio con lo de aquí. Entre otras cosas por las facilidades fiscales con las que cuentan”. Todo ello ha retroalimentado un sistema que “ha roto equilibrios y del que todos somos responsables, desde la Administración hasta el último de nosotros como consumidores”, sostiene Orell.
LA PRODUCCIÓN ECOLÓGICA: UN VALOR DE FUTURO
Ante esta tesitura, muchos productores de la cooperativa se ven maniatados y con poca capacidad de competir en el mercado. Incluso en una isla como Mallorca, son muchas las dificultades para promover la venta directa productor-consumidor y el precio, desde que el producto sale del campo hasta que llega a los mercados o supermercados se incrementa en tres o cuatro veces. En la búsqueda de un valor añadido, Jaume Orell añade que tienen claro que “la línea de la producción ecológica tiene sus posibilidades, es un mercado de futuro y queremos promover opciones en este sentido por varias razones: la primera y más evidente es que es más saludable”. Si hoy en día la gente supiera los peligros de lo que está consumiendo, “no hay duda de que habría más consumo ecológico”, zanja Orell.

Jaume Orell conversa con la responsable de un puesto del mercado del Olivar en Palma, que pertenece a la Cooperativa de Sóller
El inconveniente de este tipo de producciones es “el razonamiento lógico de la mayoría de consumidores, que es ir al supermercado y buscar lo más barato”, reflexiona el presidente de la cooperativa de Sóller. Guste o no guste, “hoy en día contar con una producción certificada como ecológica conlleva un esfuerzo extra, ya no sólo en la forma de cultivar, sino sobre todo en el control y la burocracia necesaria”. Entre eso y que “en Sóller y en la Serra de Tramuntana en general las producciones son pequeñas, este coste añadido en muchas ocasiones no compensa”, añade Orell. Eso a pesar de que “la mayoría de los terrenos y las producciones que van aparejados a ellos son prácticamente ecológicos sin estar certificados, ya que los aportes de sustancias químicas son casi inexistentes y al final es una cuestión de no tener que pasar por los trámites administrativas o de control excesivo”.
LA IMPORTANCIA DE LAS TRADICIONES
¿El progresivo abandono del campo y de la actividad agroganadera está acabando con las tradiciones del mundo payés? Este es un dilema que se ha planteado en muchas ocasiones desde la Cooperativa Agrícola de Sóller. El proyecto CAPVESPRE es una respuesta a esta sensibilidad por proteger, vigilar y tratar de sostener el patrimonio y los recursos ecoambientales de la Serra de Tramuntana. Según Jaume Orell, nos enfrentamos a una realidad, debido a la multiplicación exponencial de población, que es que “en la actualidad el terreno que tenemos cultivable en Mallorca apenas daría para cubrir un 20 ó 30% las necesidades de consumo de la gente local y de los turistas que recibe la isla, siempre y cuando se ponga en productividad la mayor parte de los terrenos que están ahora abandonados”.
Aún así, el sector primario tiene que ofrecer alternativas de diversificación para atraer a gente joven que quiera trabajar el campo, incentivándolos para que reactiven el potencial del medio rural. “Hace 40 ó 50 años la base económica de Baleares era la agricultura y veías un territorio cuidado, productivo y rentable. Aquello era un vergel, pero hoy en día ese potencial se perdido, hasta el punto de tener muchos valores y la identidad en peligro de extinción”. CAPVESPRE pretende trabajar en este sentido para documentar y grabar las tradiciones y el modo de hacer las cosas ligadas a esos payeses de antes, “que hoy en día tienen 80 ó 90 años y cuya experiencia y conocimientos se pueden perder”, sostiene Orell.
PRODUCTOS TURÍSTICOS LIGADOS AL VALOR ETNOGRÁFICO DEL MUNDO RURAL
Por otra parte, el proyecto CAPVESPRE pretende dar un valor añadido a los productores, “ofreciendo actividades complementarias a ese turista local o de fuera, con un perfil urbanita, interesado en la vida en el campo y en el trabajo que están haciendo cuidando de nuestro territorio”. Precisamente, en la oferta de otro tipo de productos que diferencien a una isla como Mallorca de sus más directos competidores hace que se pueda afrontar el futuro con una perspectiva diferente. “Si aquí tenemos una tradición de cultivo y una cultura de 600 años, hay que incidir en eso y crear propuestas que apuesten por nuestra identidad y por el valor etnográfico, no sólo de la Serra de Tramuntana, sino de toda la isla”, incide Jaume Orell. “El turismo que podemos atraer, con una conciencia y sensibilidad especial, mucho más respetuoso con los destinos que visita, tiene un potencial tremendo para revitalizar nuestras zonas rurales, dando la opción a recuperar muchos de los terrenos que ahora mismo están abandonados”, concluye.
Comentarios
Un comentario