Ecomallorca: un futuro mejor gracias a un presente más sostenible
En la actualidad muchos políticos, medios de comunicación y líderes de opinión tradicionales se empeñan en reparar una y otra vez en la crisis, la recesión, la austeridad, los recortes y, en general, en el pesimismo generalizado en el que vivimos. Qué pasaría si, en lugar de eso, volcásemos nuestra atención en ver la crisis y la recesión como un período de oportunidades, con mensajes optimistas que sirviesen para ayudarnos a todos a cambiar paradigmas y salirnos de la ruta pre-establecida. No puede ser que las mismas recetas y el mismo camino que nos ha llevado hasta aquí, también nos indique la fórmula para salir adelante… ¿no resultaría contradictorio? ¿No merece la pena abrir los ojos hacia nuevas fórmulas?
El boom del turismo provocó un auténtico tsunami en el tejido productivo de la isla desde los años 50 y 60, dando de comer a los mallorquines durante años, pero detrás hay consecuencias que conviene analizar. Para empezar, Mallorca es una isla… con todo lo que ello implica. Una economía insular se tiene que enfrentar a problemas derivados de la falta de agua, de la escasez de ciertos recursos o de la fuerte presión sobre el uso del territorio en mayor medida que una economía continental. Por el contrario, el crecimiento demográfico que ha ido aparejado al desarrollo de un turismo de masas en el último medio siglo ha traído la siguiente realidad: la isla cuenta con 800.000 habitantes y recibe alrededor de 10.000.000 de visitantes al año, quiénes además se concentran principalmente en la temporada alta de marzo a octubre debido a la estacionalidad de la oferta.
Este fenómeno, unido a la revolución tecnológica y a la democratización mundial en torno a la circulación de personas y capitales, ha producido un tremendo impacto sobre la sociedad mallorquina, incidiendo en el abandono generalizado de la actividad agroganadera primero e industrial en torno al calzado y la piel después. Las consecuencias están ahí, visibles para todos: la realidad insular y el ritmo de vida de las últimas décadas hacen que, a día de hoy, el 88% de la energía, el 80% de la actividad económica y más del 90% de los alimentos que se consumen en Mallorca son importados del exterior. Esto, claro está, se lo debemos a la magia del oro negro, el petróleo. La razón de tanto crecimiento es un bien perecedero, así que atendiendo a los indicadores, ¿qué pasaría si realmente estamos ya dejando atrás el pico de producción? ¿Sobreviviríamos sin el petróleo?
El verdadero significado de Ecomallorca es convertirse en una plataforma pensada para aunar esfuerzos, crear conciencia e insuflar un aire de optimismo: otro modelo no sólo es necesario, no sólo es posible, sino que ya se viene gestando desde hace mucho tiempo en la isla, no sólo ahora dadas las actuales circunstancias económicas. A pesar de esa otra realidad, Mallorca aglutina un incipiente movimiento en torno a la ecología, hacia prácticas de vida más sostenibles, que promueven otra forma de entender la realidad que nos rodea. La agricultura ecológica está ganando peso en los últimos años de forma creciente, cada vez es más fácil conseguir productos locales y de temporada, no sólo en los muy comunes mercadillos ecológicos sino en cualquier supermercado.
La revolución esta llegando a todos los ámbitos. La población de la isla se preocupa por ser más autosuficiente, por potenciar actividades tradicionales que vuelvan a las raíces mallorquinas. La permacultura y horticultivo urbano son prácticas que poco a poco se van integrando en las vidas de muchos habitantes de las ciudades. La eficiencia energética y la disminución de nuestra huella ecológica se hace si cabe más importante. Hay movimientos con gran presencia en la isla, como los Pueblos en Transición o Slow Food, que abogan por el fomento de una economía local basada en producciones propias, en la soberanía alimentaria, energética y tecnológica de la isla. No es nada descabellado pensar en un futuro en el que Mallorca dependa mucho menos del exterior.
Se suele decir que el paisaje suele ser ante todo antropizado o humanizado, lo que implica que ha sido modificado por la huella del hombre, sobre todo en áreas rurales. De esta forma, el binomio paisaje-turismo han ido de la mano en Mallorca más que en ningún otro sitio. Hablamos de una sociedad que hace 40 ó 50 años era eminentemente payesa pero que, debido al desarrollo turístico, ha vivido de espaldas a una realidad y un potencial que está ahí. Desde la perspectiva de un modelo de turismo sostenible en el medio rural se pueden articular numerosas propuestas que valoricen el pasado y potencien el presente. Un paisaje rural bien cuidado tiene un enorme valor añadido para un destino turístico y Mallorca cuenta con un atractivo tremendo en este sentido. Hablamos de otro tipo de turismo que puede servir para diversificar la oferta de la isla con propuestas rurales y gastronómicas todo el año, que desestacionalicen la llegada de visitantes.
En definitiva, en Ecomallorca queremos hacer ver que todos estos cambios son posibles y que contamos con la materia prima necesaria. El principal motor es la ilusión por un nuevo horizonte, pero también la ola que se percibe a través de muchas y buenas iniciativas funcionando ya. Sólo es necesario ponernos a remar todos en la misma dirección para concienciar y acaparar más y más adeptos. Ecomallorca pretende ser un espacio común para todos, que nos haga ver el futuro con una perspectiva de esperanza y unión, una comunidad para que los amantes de Mallorca y la ecología inspiren a otros a descubrir los secretos y conocimientos del mundo ecológico en Mallorca. Ayúdanos a crear una Mallorca más sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
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